Bring blue skies back to games

Cuando Westone dejó de mirar fuera, celebró un festín en su sede donde los empleados, japonesitos todos ellos de traje y corbata, bebieron y comieron los mejores manjares y amaron con las mujeres más bellas. Días más tarde, defecaron uno de los cartuchos más brillantes de todos los tiempos, y el mejor juego de la maltratada SEGA Master System. Con él nos creímos Monster World, sus seis dragones, sus castillos en el aire y sus puertas a tortas con el contínuo espacio-tiempo.

Wonder Boy III: The Dragon's Trap (1989) continúa donde nos dejó su predecesor, justo en el laberíntico castillo donde se encuentra el dragón Meka. Lo que parece un acto de onanismo injustificado se convierte en genialidad en el instante en el que al derrotoar al villano, una llama maldita exhalada por éste, transforma al protagonista en un lagarto escupe-fuego. A partir de aquí comienza una particular búsqueda por la Cruz de la Salamandra, el único objeto que nos devolverá nuestra condición humana. Como lagarto escaparemos del castillo de Meka, al borde del colapso y llegaremos a Monster Land, punto de partida hacia cualquier destino en el mundo de WB3.
Buscaremos por el desierto, la jungla, el mar -y en los típicos lugares- para sólo hallar nuevas maldiciones que volverán a transformar a nuestro sufrido amigo en otros animales con características particulares. Y aquí es donde reside toda la magia y el amor del cartucho.

Se juega como el Blue Angelo por ejemplo (o Metroid para los más tradicionales) en el sentido en que todos los rincones de Monster World están interconectados pero sólo se pueden acceder cuando se dispone de una característica concreta. Por ejemplo, a la jungla sólo podremos llegar cuando sepamos como escalar el muro que está en el extremo occidental del pueblo, y así con el resto de "fases".
La dinámica sigue siendo la de un plataformas de vista lateral, pero con muchos más elementos de aventuras que los capítulos anteriores. Ahora, contamos con un inventario donde podremos guardar nuestra colección de espadas, escudos y armaduras, además de mágias y llaves que nos abrirán nuevas puertas. Dependiendo de como vayamos equipados, nuestro héroe podrá romper piedras que obstaculicen nuestro paso, crearlas, bucear por la lava, etc.
Una de las cosas que molan de verdad es que no es que se pueda, es que se deben revisitar lugares dónde ya hayamos estado cuando tengamos nuevas características, porque sólo así encontraremos corazones que aumentarán nuestra longevidad (ésto ya lo he visto en algún sitio) y armamento útil o simplemente cool.

WB3 dispone de los mejores gráficos de su generación, unos personajes con un carisma indiscutible, algunos cortes de música alucinantes (especialmente en la versión japo, que dispone del chip FM) y una duración sobresaliente para un juego de aquella época. Si no lo has jugado todavía, existiendo como existe el increible emulador Meka (curioso nombre), será porque eres esclavo de los tiempos y te has dedicado a matar zombies y a pegar a prostitutas en un coche.
Como el arte no tiene nada que ver con la pela, Westone malvive a día de hoy haciendo no se qué y las esperanzas de haber vivido una encarnación de Wonder Boy en Dreamcast se quedó en un simple rumor y una petición online de esas que no llegan a ningún lado.

Pero no se vayan todavía, que esta saga se resiste a concluir. En próximas ediciones, Wonder Boy in Monster World.