Estoy desolado. Acaba de llamarme mi madre, por si fuera poco con la llamada del otro dia en que me contaba que seguramente tendríamos que sacrificar a Gala, porque no se recuperaba completamente del cancer, me ha dicho que Dalí ha fallecdo ésta mañana. Mi madre no me lo quiso contar para no preocuparme, pero hacía poco se le habían caido todos los dientes, se le había infectado la boca y el pobre estaba en los huesos. El veterinario no pudo hacer más que recetarle antibióticos y decirle que ésto es así... Dalí tenía 12 años y todo llega a su fin.
Siempre fue un gato algo miedoso y desconfiado, pero mimoso cuando quería, y sentía una gran adoración por mi, mucha más que por cualquier otro miembro de la familia, con quienes solía mostrarse indiferente. Me venía a despertar por las mañanas, para sacarme de la cama y meterse él. Sólo dormía en mi cama, y en una caja de cartón llena de documentos viejos, era su lugar preferido y pasaba horas y horas allí metido.
Llevó una buena vida, siempre con compañía humana y felina. Nunca le faltó de nada y le sobraron los mimos y cuidados, que a veces rechazaba como diciendo "déjame en paz, no ves que ahora no me apetece". Pocas veces le oí maullar; su conversación era más bien una serie de refunfuños que siempre nos hicieron gracia y le llamábamos "viejo gruñón".
Era un gato educado: nunca pedía comida en la mesa, y cuando les poníamos comida de lata, siempre dejaba comer antes a las gatas y a los gatitos, cuando los había. Después comía él. No arañaba los muebles, nunca ensuciaba nada, ni rompía cosas, ni bufaba. Cuando algo no le gustaba, prefería esconderse a mostrar su enfado. A veces se tumbaba panza arriba en mis rodillas y yo le rascaba hasta que se quedaba completamente relajado, estirado cuan largo era. Yo le ponía las patas delanteras en cruz y lo llamaba "DalíCristo cruzificado".
Era un buen gato, y sólo lamento no haber sabido de su enfermedad, y no haber estado con él en sus últimos días.
Adios, Dalí.
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