Yo una vez compré fertilizante nitrogenado.
No recuerdo bien con qué producto basura del Mercadona fue, pero me regalaron una "planta sorpresa", una suerte de macetita orgánica minúscula, con unas semillas y un sustrato de fibra de coco, lo justo para germinar lo que de allí saliera. Me afané y seguí las instrucciones al pie de la letra, sin mucha fe (todo sea dicho), soy de aquellos a los que se le mueren los cáctus. Pero esto fue diferente.
A los pocos días comencé a ver asomar lo que parecía un brote verde pálido, este hecho cambiaría mi vida (y desgraciadamente la de muchos). Estaba creando vida, era lo más cerca que había estado de cumplir aquellos cometidos cursis de tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol.
Como soy muy malo escribiendo y seguramente un pésimo padre por mi síndrome de Peter Pan y mis hábitos de adolescente granudo, decidí que el destino de aquella minúscula planta sería mi legado en el mundo, así que empecé a investigar. A los 15 días, ya había descubierto que la planta era ni más ni menos que una lechuga romana, lo cual restó toneladas de epicidad al asunto, pero qué le vamos a hacer, los hijos y las plantas vienen como vienen, y hay que amarlos como son.
Pensé entonces la manera en que aquella lechuga, nacida de un vasito de cartón y germinada con agua de grifo con un PH casi venenoso, se convirtiese en la mejor lechuga jamás conocida. Busqué cientos de vídeos, lechugas hidropónicas, lechugas de colores, el mundo de la lechuga era un vasto universo lleno de posibilidades, pero lo que más llamó mi atención, es que la lechuga era una planta inmortal. Sí, sí, si en vez de cortarla de raíz, vas arrancando hojas para el consumo, esta se va regenerando como Piccolo!!
Con este nuevo hallazgo, había aumentado el margen de tiempo para desempeñar mi hazaña, al menos hasta que me alcanzase la vida. Fue entonces cuando llegó la idea, me vinieron a la mente aquellos concursos de hortalizas gigantes, fresas de 5 kg y calabazas tan grandes como algunos pisos en los que yo había vivido en Madrid. Nunca vi una lechuga gigante, pensé, así que centré todos mis esfuerzos en conseguir una lechuga grande, sin que otra característica en ella fuese relevante.
Y cómo crecen tanto esos bichos? Internet es un nido de bulos y clickbaits, así que decidí obtener información de primera mano. Justo debajo de mí vive N'Kono, un vecino de Mali muy majo, temporero, que vive de la recogida y que ocasionalmente colabora en uno de los viveros locales, todo en B, una pena. N'Kono ha visto de todo, tomates con forma del David de Bernini, fresas lilas, plátanos picantes y demás groserías del sector reservadas a los que tratan la tierra de primera mano.
Al preguntarle, su respuesta fue rápida y clara, como si ya supiese de antemano a qué venía:
Nitrato de Amonio. Yo creí ver como el cielo se oscurecía fugazmente mientras pronunciaba aquellas palabras... Seguramente fuese así, puesto que lo que vendría a continuación, es una de las catástrofes más grandes de la última década.
Empecé con lo típico, un saquito de 5Kg, para una **** lechuga imaginé que no lo gastaría nunca, y además era caro de cojones. Qué equivocado estaba! En cuestión de días, de la lechuga comenzaron a emerger unas hojas descomunales, lo que eran hojas como pulgares, ahora se asemejaban más a las que compraba en Mercadona, algunas incluso superaban ese tamaño. Aquello fue el principio del fin... Comencé a abusar del nitrato a medida que veía que el crecimiento era exponencial. En cuestión de meses, la lechuga ya no podía salir del cuarto, no al menos entera, ya que ni cabía por la puerta.
Llamé entonces a N'Kono y le hice subir a mi piso. No pensaba que fuese a impactarle tanto, yo de hecho ya me había acostumbrado al tamaño de Rosaria (le puse así por un pesonaje tetón del Genshin Impact), pero el tipo abría los ojos como si hubiese volcado 2 gramos de speed. Le conté todo el entresijo y me dijo que podíamos hacer historia, imagina una plantación de aquellas lechugas eternas, imagina lo mismo con zanahorias, sandías!
N'Kono sacó su móvil de concha e hizo un par de llamadas, no entendí una mierda porque no hablo su idioma, aunque pensándolo bien el idioma oficial de Mali es el francés, que cojones pasa con N'Kono?
"Ya está hecho, hermano", espetó N'Kono. Me contó que su primo en el Líbano manejaba una cooperativa y tenía cantidades ingentes de Nitrato de Amonio, allí apenas le dan uso porque la agricultura es muy pobre. Me dijo que estaban tratando de runirlo todo y mandarlo vía marítima, siempre y cuando reuniésemos los 50.000€ que pedían.
Llamé a Cofidís y no me dieron ni la hora, me tocó recurrir a prestamistas de bajos fondos, de los que acaban cobrándote a palazos en las rodillas. Qué podía salir mal? Yo miraba a Rosaria y me imaginaba una plantación de aquellas bichas, cada una con un nombre de waifu, y camiones repletos de hojas de lechuga aptas para el consumo o para la fabricación de cabañas.
Y de la noche a la mañana, algo salió mal:
Sí, este era el almacén del primo de N'Kono. El nitrato de amonio es áltamente explosivo!!!!!!!!!! Cómo no lo había leído por ninguna parte!!
El caso es que el mismo día, en casa, celebraba el rito de la linterna con Rosaria. Es una pseudo copia del festival de los farolillos de japón. Lancé uno y le dije a Rosaria que pidiese un deseo. La vela que viajaba dentro del farolillo se desprendió (**** celo de los chinos) y cayó de lleno en el epicentro de aquel cogollo gigante llamado Rosaria. Se volatilizó como en los Simpson...
Aquel nitrato de amonio que tantas alegrías me había dado hasta ese día, me lo quitó todo, mi futuro, a Rosaria (aún sigo pensando si ella deseó que aquello sucediese, no creo que a nadie le gustase ser una lechuga gigante explotada) y a mis dos rodillas (Joaquín el prestamista vino a por lo suyo).
Para postre cumplo condena, N'Kono cantó y me han metido la explosión de Beirut y un intento de destrucción de pruebas. Me quedan 5 añitos compartiendo celda con un tipo loco que dice que Deusto le arruinó la vida.
No creo que vuelva a comprar fertilizante de nitrato.
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