En el calabozo
por
- 07/08/2008 a las 17:03 (3194 Visitas)
De nuevo en el calabozo. Solo. Triste. Agotado.
De nuevo mirando a ningún lado, derrotado y sometido.
Quien no ha estado nunca encerrado no sabe lo que se siente.
Cuatro paredes, una puerta con rejas, suelo y techo. Lo único que puedes mirar.
Unas horas en ese agujero insalubre enferman tu alma. Hombres, como los que crearon el tiempo, te castigan sin él. Pasan los segundos, los minutos. Esperas, no sabes a qué o a quién ni cuándo, pero esperas. Te levantas, caminas dos pasos, das la vuelta y vuelves a recostarte en la sucia colchoneta. Te estiras, piensas.
Ese es el problema. Piensas demasiado. No hay otra cosa que hacer, por lo que te entregas a tus pensamientos. Los sentimientos de culpabilidad afloran con fuerza, y no encuentras en el mundo otro culpable. Tú eres el problema. Eres una mierda.
Si pudiera volver atrás, quizás no sacaría esa navaja. El eterno debate interno me atormenta una vez más. Es fácil que triunfen mis impulsos…
Mi enfermedad me ayuda a elegir el camino del arrebato, de la violencia.
Ahora, en frío, pienso que la libertad que siento en el momento de elegir tiene un precio demasiado alto. ¿Reprimir mi voluntad o liberarla? Escupo al suelo y recuerdo unas palabras de mi madre. "A veces, el camino marcado es el mejor camino".
Se ve una luz en el pasillo. Alguien chilla pidiendo metadona. Me tumbo una vez más en el colchón, en medio de ninguna parte. Hace frío.