manirea
16/06/2010, 13:36
Decía que iba a colgar la novela, pero he decidido reescribirla de principio a fin.
(en serio, es un poquito infumable)
Menos mal que el verano es muy......largo.
Capítulo 1: Fantasmas del futuro
Fantasmas del Futuro
Escrito por José javier Sánchez García.
Introducción- Parte I
Muerte sobre Jerusalén
Jerusalén, Palestina- Año 2147 d.c.
-Demonios- Maldijo Jorge cambiando de cargador.
Jorge y Aristide, estaban cubiertos tras una pila de escombros.
-Informe de situación- Dijo Aristide casi gritando, hablando a través de un intercomunicador.
Jorge, estaba esperando con cautela y el arma desenfundada en alto. Quitó el seguro con lentitud, casi con placer y siguió esperando cubierto.
-¿Qué hacemos aquí, Aristide?- Inquirió él gritando.
Aristide no le hizo caso. Se trataba de un hombre de mediana edad y etnia caucásica.
Unos cuarenta y cinco años, pelo café muy corto y ojos de un profundo color azul. Su cara redondeada estaba surcada de arrugas, tensas por el shock del momento.
Vestía un traje de raya diplomática, o más bien unos pantalones. Se había remangado las mangas de la camisa. Se acercó el intercomunicador a los oídos para escuchar mejor por encima del estruendo general.
Jorge, su amigo y guardaespaldas, no podía hacer sino sonreír para no llorar.
Era un hombre de treinta y muchos, con la cabeza afeitada y gafas de sol. Era más alto que Aristide, y mucho más corpulento. Al igual que su amigo, vestía unos pantalones diplomáticos.
Había tirado la chaqueta, revelando la funda de su arma de fuego.
Jorge cerró los ojos.
Sentía cerca de él los silbidos de las balas, el martilleo rápido y continuo de las armas automáticas.
El sonido de las bombas cayendo cerca de ellos dos y los gritos de los soldados enemigos que se acercaban.
-Dios...-susurró Aristide con el rostro ligeramente compungido.
-¿Qué ocurre, amigo?-Inquirió Jorge asomándose para disparar.
-Dios nos ha abandonado aquí, amigo mío.
-¿Te abandonan?-Preguntó Jorge sorprendido-¿En este infierno?¿A tí?
Aristide, era ni mas ni menos, que la máxima autoridad política.
1.
Aristide Stressman era el presidente electo de consejo de gobierno de las naciones unidas.
Avanzando el siglo XXI, la Onu había adquirido mayor importancia, pasando a ser de un simple organismo para mejorar las relaciones, al órgano de gobierno mundial.
Los dos amigos estaban en la ciudad de Jerusalén.
Por motivos políticos, los dos amigos había tenido que viajar a la ciudad palestina.
Estando allí, les sorprendió un ataque de Buretia.
La unión de repúblicas de Buretia, un conjunto de territorios que estaban en contra de unirse a la Onu, para convertirse en una mera provincia más, y habían iniciado una cruenta guerra sin avisar. Solamente habían permitido una breve tregua. Los territorios de Buretia abarcaba las zonas de Albania, Macedonia, Grecia, Bulgaria, Turquía, Siria y Jordania.
Desde su creación, cincuenta años antes, habían hecho todo lo posible por perpetuar la guerra, declarando claramente su postura a la Onu.
Un conflicto largo, cruel y egoísta que se había cobrado millones de víctimas inocentes.
Y su líder Krasow, no hacía sino acentuar al conflicto.
A pesar del secretismo diplomático, las tropas buretianas habían aparecido dirigidas por el mismísimo líder.
El primer ataque había llegado acompañado de un misil, pero aún así los dos amigos habían salido ilesos.
-¿Y bien, Aristide?-Preguntó Jorge.
-Los cascos azules están invadiendo Buretia por el norte. Están evacuando a todos los civiles, he autorizado por radio la puesta en marcha del “Hominis” y han empezado a llevar a toda la gente posible a los macrobúnkeres de Asia central.
-¿No eran solo para casos desesperados?-inquirió Jorge mientras disparaba el arma-¿Tan feo te parece el tema?
La bala salió disparada y perforó la cabeza de un soldado que estaba a cincuenta metros de distancia.
Jorge había oído a la perfección el sonido de la bala al perforar el cuerpo.
-El maletín que tienes al lado, amigo-pidió Jorge- Pasámelo, con cuidado.
Aristide manipuló la caja metálica de Jorge y se la entregó. Se estremeció un poco cuando su amigo le tendió su arma.
-Apunta a la cabeza-Le dijo simplemente.
Al principio vaciló ligeramente, pero asintió. Jorge se agachó y se concentró en el maletín.
Lo abrió cuidadosamente, revelando un arma.
2.
Una sonrisa asomó por su cara en un instante fugaz.
Aristide no conseguía disparar bien, nunca había conseguido disparar un arma y no estaba acostumbrado.
El brazo se le desequilibraba con el peso, a duras penas conseguía apuntar y el retroceso del revólver era atroz.
Abrió el arma con torpeza para meter un cargador de seis balas en el tambor y retiró el seguro.
-No lo conseguiremos, Jorge.-Dijo Aristide
-¿Y eso?-Preguntó su compañero inquieto.
-Van a desplegar un arma táctica de clase Zeus. Los cascos azules van a soltar una bomba de antimateria de difusión rápida, que lo freirá todo en un radio de ochenta kilómetros.
-¿Te han pedido la confirmación al solicitar la información por radio?
-Eso me temo, Jorge. Después usarán el “Perseus”, para devastar el sur de Buretia.
Jorge pegó un grito ahogado. Se recostó y se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano.
Su reacción estaba justificada.
El “Perseus” era un satélite militar, el arma más devastadora de la humanidad.
Había sido creada en la tregua por científicos unidos de Buretia y de la Onu. Una ironía que los seres humanos se dediquen a la guerra en tiempos de paz.
Pero el miedo que ambos bandos tenían a ese arma era tal, que había el satélite había pasado diez años orbitando en torno a la Tierra sin ser utilizado ni una sola vez.
Eso solo podía significar que estaban hartos.
-Sabes igual que yo-Dijo Aristide mientras disparaba-mientras que a Buretia apenas le ha afectado,
nosotros hemos salido muy mal parado.
Aristide estaba muy nervioso, al igual que Jorge...lo notaba.
Notaba las gotas del sudor resbalándole por la punta de la nariz, y surcándole la espalda lentamente.
El fuerte y penetrante olor a pólvora que desprendía la metralla.
El sonido que provocaban las pesadas botas de los soldados de Buretia, que se acercaban con aire marcial. Sentía la concentración de su amigo, que estaba cubierto a su lado montando un arma muy compleja, el débil repiqueteo de la llovizna, que se colaba por los edificios en ruinas y empapaba el campo de batalla.
El viento. Su aullido frío, silencioso y desgarrador era capaz de helarle hasta el tuétano.
3.
Se cubrió, y puso otro cargador de seis balas en el temblor del arma.
-Se acercan más, Jorge-Dijo el político con calma.
Jorge había sacado un grueso chaleco antibalas, con placas de kevlar y llevaba una potente arma pesada. Sacó otro chaleco y se lo tendió a su amigo.
A primera vista, se trataba de una ballesta metálica pero mucho más pesada. Solo que no disparaba flechas.
Levantando su arma en un grito, Jorge hizo probar a los soldados los infernales proyectiles de plasma, que hacían más daño que unas simples balas.
Los soldados no se inmutaban, avanzaban de manera impecable sin expresar miedo, dolor, o inseguridad. Parecían mas autómatas que personas.
De todas maneras, lo eran.
Buretia se había rebelado contra el gobierno unido de la Onu mostrando un potencial bélico asombroso.
Habían terminado por crear, nada más y nada menos que...
El ejército perfecto.
Millones de soldados con las mismas características aptas para el combate, y con la inteligencia de un niño de siete años. Los peones perfectos para la lucha, fácilmente manipularles y de fabricar en masa.
Los dos amigos habían terminado por salir de su escondite, e iban a matar.
Aristide se paró un instante a limpiarse el sudor y contempló atónito como pasaba un cazabombardero Dragón por encima de ellos.
Era la hora.
Sintió un dolor penetrante, punzante, y una quemazón intensa.
Una bala le había atravesado la pierna.
Una sonrisa amarga cruzó su rostro.
-¡Óyeme Krasow!¡Se acabó tu guerra!¡Vas a llevártela al infierno!
De nuevo, una bala le alcanzó en el pulmón, y esta ves el dolor fue agónico.
Seguramente era un proyectil perforante recubierto de teflón, y seguramente disparado por un arma de calibre especial para poder romper las placas de Kevlar del chaleco, y hacer como si no existieran.
Sonriendo, se sentó en el suelo encharcado y empezó a toser sangre.
-Espero que los que tomen el relevo después de nosotros tengan un papel mejor.
Dicho esto, vio la bomba.
La bomba Zeus, era grande. Tan grande como un autobús y tan devastadora que lo borraría todo a su paso. Tras impactar contra el suelo, la bomba explotó arrasándolo todo a un radio atroz.
4.
A continuación hubo un increíble fogonazo, que no se apagó hasta bien pasado el incidente.
Jerusalén había sido completamente borrada del mapa.
El “Perseus” se trataba de un aparato que imponía respeto. Orbitaba con cierta serenidad sobre un desolado planeta. La manera más correcta de describirlo sería decir que se parecía a la llanta de la rueda de una bicicleta.
Su radio era tan grande como un campo de fútbol. Y era un arma tan poderosa y complejo, que si no se tenía cuidado podía destrozar el globo sin problemas de ningún tipo.
El satélite apuntó cuidadosamente y se quedó quieto de nuevo.
El increíble aparato había despertado de su letargo, para hacer aquello para lo que había sido creado.
El cañón del láser se estaba cargando poco a poco, y estaba calentándose, preparándose poco a poco para disparar.
Finalmente, el arma disparó un potente rayo láser de un color azulado, y en un instante silencioso destrozó parcialmente la eterna y espesa capa de nubes de contaminación.
Cortó el disparo y volvía a prepararse para disparar varias veces más.
Jerusalén, había sido borrada hasta los cimientos.
La explosión había sido contundente y había golpeado con la misma agresividad que el Mjolnir; el martillo de Thor, dios del trueno.
Sin embargo...
No quedaba huella alguna, el arma había creado un cráter de bastantes kilómetros de perímetro, pero de escasa profundidad.
La luz del sol, se filtró por los agujeros que se habían formado entre las nubes por culpa del potente láser del Perseus.
Al traspasar la luz, las gotas de agua se pudo ver un fugaz arco iris. Sin embargo se desvaneció nada mas cerrarse las nubes.
Un avión aterrizó con cierta elegancia, y empezó a bajar gente de él.
Uno de los ocupantes descendió con cierta ceremonia, se trataba de un militar de alto grado.
Vestía un uniforme bastante ornamentado y una boina azul que llevaba bordado el símbolo de la organización de las naciones unidas.
Tenía las manos cruzadas por detrás de la espalda. Se acercó al lugar del impacto con gesto pausado.
Su gesto, reflejaba cierta dureza. En el cristal opaco de sus gafas de sol, se reflejaba el cráter humeante apagado por la lluvia.
Esbozó una sonrisa amarga y tras limpiarse las gafas de sol con un pañuelo de seda que sacó de su bolsillo. Se dio la vuelta y a un gesto suyo se volvió a meter con rapidez en el avión.
El gobierno de la Onu había ganado la guerra, pero a un alto precio.
5.
Introducción- parte II
''Bienvenidos a la ciudad subterránea”
Macrobúnker de clase I, Asia central. Siglo XXVIII
Katia suspiró, para sus adentros.
Se apartó un mechón de pelo negro de los ojos, y dirigió su mirada de manera automática a su reloj digital integrado en la muñequera de su traje.
Faltaban cinco minutos.
Estaba mirando aborta a la ventana, el cielo azul, y las extrañas formas que adoptaban las nubes. Solo que aquella ventana era un holograma.
Katia sabía que tras esa ilusión había una fría pared de cemento.
Intentó una vez más, prestar un mínimo de atención a la explicación que hacía, varias filas delante de ella, el docente de enseñanza, cargo llamado antes “maestro”.
El docente señalaba sin mucho énfasis una pizarra holográfica en tres dimensiones. Había una figura en ella, pero no era capaz de concentrarse.
El aula era blanca y estaba bien iluminada , por los neones del techo.
Habían varias filas de pupitres blancos, organizados en un perfecto cuadrilátero.
En el centro de este, el docente de enseñanza intentaba explicar su monótona lección.
Muchos de los pupitres estaban ocupados por chicos y chicas, que como ella, estaban aburridos en aquel lugar.
El anciano maestro lo sabía y para fastidiar, no ayudaba a hacer más ameno el periodo de aprendizaje.
Suspiró de nuevo al ver la hora. Quedaban un par de minutos.
El docente había clavado su vista en ella, y la perforaba con la mirada.
De pronto y antes de la hora, el anciano pronunció las palabras que más querían oír en las dos horas que duraba la clase.
-Pueden marcharse.
Katia se levantó del pupitre, y abandonó la sala con los demás en un anormal y silencioso orden.
6.
Capítulo I:Dime con quién andas y te diré quien eres...
Katia se sintió mejor cuando salió del edificio; aunque no podía estar tranquila en pleno corazón de la ciudad subterránea.
Esta ciudad, no era otra cosa, que un colosal macro-búnker subterráneo construido en pleno siglo XXI, tan grande que conformaba una autentica ciudad con varios millones de habitantes.
Nadie recordaba las causas que habían obligado a la raza humana a vivir bajo tierra , aquellos cambios tan brutales que habían modificado completamente la realidad del mundo,
buscar el por qué era la tarea de los custodios de información.
Cualquier persona del siglo XXI (o el XXII), podría haber explicado amablemente , en que consistían conceptos tan dispares como el calentamiento global, que por culpa de una gran negligencia
vino acompañada de varias hermanas suyas de la mano.
Pero no había nadie del siglo XXI, a principio del siglo XXVIII, en los seiscientos años de encierro la sociedad se había reorganizado y funcionaba como un país.
No se sabe con certeza si habían sobrevivido mas personas además de ellos, después de todo , seiscientos años es un periodo de espera largo, quizás demasiado.
La ciudad funcionaba con un sistema a caballo entre una república y una dictadura.
Los ciudadanos debían llevar el exotraje. En realidad era siempre el mismo, un mono de tela
ajustada que disimilaba las formas del cuerpo muy bien, que variaba de color dependiendo de la edad y el sexo.
Los trajes tenían en las muñecas un tejido verde, compuesto de nanocables microscópicos y
fibra óptica, a los que se adherían diversos gadgets tecnológicos.
En ese instante, ella miraba de nuevo el reloj.
Se movía con agilidad por el bullicio de la torre , en una dirección concreta.
Tras unos minutos, llegó al lugar al que quería ir.
El monorraíl.
La ciudad subterránea era muy grande y estaban divididos en varios sectores , separados por amplios tramos de roca maciza.
El complejo estaba dividido por seis sectores. Frente a un sector central donde se situaba la
administración, se situaban de forma circular otros cinco, destinados a población civil.
Había una compleja res de monorraíles que conectaban los seis sectores entre si, y Katia se dispuso a tomarlo.
7.
Ella pasó la muñeca del traje junto al sensor, y se metió en el vagón del monorraíl que iba al sector central.
Contempló el trayecto sin mucho entusiasmo, y se permitió media sonrisa al llegar al andén.
Salió del vehículo y se dirigió a uno de los edificios más altos dentro del perímetro del distrito central.
Un guardia la paró.
Ella dejó de sonreír, y pasó la muñeca por el sensor; revelando que tenía autorización
para estar allí, lo que obligó al guardia a despedirse de ella con un <<usted perdone y disfrute del resto del día, señorita>>
Pero Katia no le contestó, siguió su camino, esta vez más animada. Y así llegó hasta un portal, de un edificio enorme.
Ella, pasó el brazo por el sensor que había en la puerta y esta vez se abrió. Se metió dentro y cerró la puerta.
Había un hombre sentado en una butaca de espaldas a ella. Se dio la vuelta al oír los pasos de Katia, y sonrió ligeramente. No paraba de cojerse con los dedos mechones de cabello entrecano con los dedos, de manera nerviosa y casi hipnótica.
-Katia, Katia, Katia...un placer. Mi hijo está donde siempre.
-¿Cómo es que no estás revisando el disco?-inquirió Katia.
-Descanso de trabajo-Repuso él.
-Voy a ver a Mark ¿Vale?
El hombre sonrió y asintió.
Katia avanzó, hasta llegar a una gran estancia; llena de todo tipo de material informático.
El centro de la sala estaba presidido por un objeto negro, de enormes dimensiones y forma cúbica.
Ella suspiro al verlo otra vez, ese cacharro era gigantesco. Debía tener más de diez metros de alto.
El suelo estaba cubierto de una gran maraña de cables, que interconectaban los ordenadores con el gigantesco dispositivo.
Avanzó por la sala en silencio, y con cuidado de no pisar los cables , esgrimiendo cierta
agilidad adquirida por todas las horas pasadas en la sala junto a su amigo.
Mark estaba examinando con mirada crítica la pantalla de uno de los monitores, mientras se mesaba la barbilla.
8.
Katia le saludó alzando una mano.
Mark se giró ,y la saludó.
-Hola Katia.-Dijo sonriendo.
-¿Algo nuevo?-Inquirió ella.
-¿Acaso la ha habido alguna vez?-Preguntó Mark con un ligero sarcasmo.
Mark era así de irónico. Era el mejor amigo de Katia , así como el hijo del custodio de información.
-Seiscientos años así...-replicó ella.
Mark se giró , se levantó y la miró con un gesto crítico. Señaló el objeto negro y sonrió.
-Esto es un servidor, con una copia de seguridad de los datos de internet, en el momento en que ocurrió el armaggedon.
Son miles de miles de trillones de gigas, Katia. Una cantidad de información tan grande que no puedes ni imaginarla.
En siete generaciones no hemos ni arañado su superficie. Necesitamos gente, pero no nos la concede el consejo.
Katia por supuesto lo sabía. Su amigo se lo había contado muchas veces, pero no le importaba. Mark era un chico alto, de la misma edad que Katia.
Su cara estaba salpicada de pecas, su nariz respingona.
La forma de la mandíbula era ligeramente cuadrada, y todo ello le daba un aire muy vivaz.
Tenía el pelo castaño muy corto, casi ralo.
Sus ojos delataban la inteligencia que emanaba de ellos, en forma de dos cristales azules.
-Un segundo.¿Vale?-Le pidió Mark.-Quiero terminar con esto.
-¿Te queda mucho?-inquirió ella.
-En realidad he terminado, pero voy a hacer un escaneo. Ni te imaginas la cantidad de malicia que había en internet.
-No va a ocurrir nada, Mark.¿Acaso ha pasado algo, alguna vez?-Dijo Ella con un suspiro de resignación.
Finalmente , el cedió. Canceló el programa, y se dispuso a salir del cuarto con ella.
Un pitido los sorprendió cuando iban a girarse, y venía que ordenador que había dejado Mark.
Este se acercó otra vez y examinó la pantalla.
Deslizó sus manos sobre el teclado con aire experto, y se giró hacia ella.
9.
-¿Qué?-Inquirió ella.
Él volvió a examinar la pantalla y tecleó algo más.
La pantalla cambió, se puso negra...mostrando solamente una palabra.
-¿Qué?-Repitió Katia.
-Vete por favor-Pidió con cara de preocupación- tengo trabajo para rato con esto.
-¿Qué es?-Insistió ella.
El la miró a los ojos, con inquietud.
-¿En serio quieres saberlo?-Preguntó él con gesto de incredulidad....
Se calló al ver la mirada inquisitiva de ella.
-Era una transmisión, Katia. Que venía de fuera.
-¿De dónde?-Inquirió ella con entusiasmo.
-Eso intento comprobar ,lo sabré para mañana ¿Vale?...no me odies mucho-pidió él.
-De acuerdo...hasta mañana amigo.-Dijo ella.
Katia salió de la sala, para dejarle trabajar tranquilo. Se despidió en pocas palabras del padre de Mark, a quien sin duda debió de extrañar que ella se fuera tan pronto.
Se dispuso a tomar de nuevo el monorrail.
No se sentía demasiado bien. Buscó un monorrail que la llevara a su sector, y abrió la puerta del tren pasando su muñeca por el lector.
Solamente estaba ella dentro del tren, de manera que tuvo libertad para navegar en su melancolía.
Si hubiera alzado ligeramente el rostro, se hubiera visto a sí misma reflejada en la pared de cristal.
Su pelo azabache, caía en ondas suaves hasta sus hombros, el flequillo a veces le llegaba a
tapar un ojo, debido a su longitud. Pero a pesar de eso, a ella le gustaba llevarlo suelto.
Sus ojos , de un suave color verde, eran dos sobrios pozos de aburrimiento.
La expresión dibujada en sus suaves labios, no era precisamente de alegría. Tampoco de tristeza. Era...indiferencia.
<<Otro día, en la ciudad perfecta- pensó mientras esperaba a que acabara el viaje- demasiado perfecta. ¿Qué sentido tiene esto?¿Es para ayudarnos a sobrevivir, o para ocultar una fachada de dolor?>>
10.
Justo al terminar esa melancólica reflexión, el trayecto acabó. Salió andando a paso ligero del vagón, para entrar a la estación de monorraíles de su sector.
Era una sala no muy grande, que estaba cerrada.
Tenía al final de la sala, varias puertas pequeñas, parecidas a las de un ascensor.
Katia pasó su muñeca por un lector de las puertas y esta se abrió invitándola a pasar.
Ella se metió dentro del transportador.
<<Por favor, pase su identificación por el lector de su transportador, para confirmar la calle>>-dijo una fría voz metálica cuando se metió en el transportador.
Ella lo volvió a hacer, y su dirección apareció en una pequeña pantalla holográfica frente a ella.
<<Desplazándose a la dirección indicada>>
Ella sintió como el transportador bajaba rápidamente, y después cambiaba de dirección.
Primero a la derecha, después a la izquierda, y por último un par de segundos subiendo.
El transportados abrió sus puertas y ella lo abandonó.
<<Que tenga un buen día>>
Katia se encaminó a su casa, que era uno de los pequeños bloques al final de la calle.
Tras abrir la puerta, una vos femenina se oyó por los recovecos de la casa.
-¿Katia?¿Eres tú?
-Sí mamá.
-Un poco temprano,¿ no? Estoy en la cocina.
Katia cerró la puerta, y se dirigió a la cocina, donde su madre estaba removiendo algo en una cacerola.
-Mark estaba ocupado.
-Ese chico se lo toma muy en serio-opinó ella-
-¿Dónde está papá?-inquirió Katia.
-En el sector central, el consejo le tiene tan atareado que solo ha pasado por casa para comer y cambiarse de ropa.
La madre de Katia volvió a lo que estaba removiendo, mientras ella volvía atrás y subía la escalera para ir a su cuarto.
-Menudo día-concluyó ella.
11.
El resto del día se pasó de manera monótona. Al día siguiente le agradeció de nuevo sin palabras , el que terminara su clase un poco antes.
Cuando menos se lo esperaba, ya iba de nuevo en el monorraíl para ver a Mark.
Su padre la recibió con un gesto de sorpresa.
-No sé que ocurrió, Katia...pero Mark ni siquiera ha dormido.
Katia, sorprendida, corrió a ver a su amigo a la sala en la que se encontraba él.
Le encontró mirando una pantalla con sorpresa.
-¿Qué era ,Mark?-Le preguntó ella sentándose a su lado.
Este se giró y se levantó. La miró con un gesto entre el cansancio , el asombro, y la paciencia.
-No sé como...alguien, ha podido hacerse temporalmente con el control de un satélite.
Ha pirateado el cortafuegos de seguridad del complejo, y pudo enviar un mensaje al único ordenador viejo y desprotegido....frente al que estoy.
La palabra...que apareció en la pantalla, era “Hell”
-¿Hell?-Inquirió ella.
-Significa infierno. Es una palabra de un idioma llamado inglés, muy utilizado hace setecientos años, antes de la implantación del idioma universal.
-Eso significa que se puede sobrevivir fuera ¿no? Que hay gente fuera.
-Lo que me parece más curioso....es que saben que estamos aquí, Katia.
Si no, no pueden haber mandado el mensaje. Pero sé a donde quieres llegar.
-¿Por qué?¿Por que seiscientos años aquí?-inquirió ella.
-Eso no lo puedo responder yo-Dijo Mark cansado , encogiéndose de hombros.
-Tenemos que hacer algo-decidió ella.
-El consejo no lo aprobará. Nunca mandan, el que tiene el poder es el director del consejo, y hace las asambleas como tapadera.
-¿A qué esperamos?-Inquirió ella-por lo menos podemos probar.
Mark sonrió y asintió.
-Eres muy impulsiva. Aquí tengo un disco con las pruebas necesarias.
-Vamos a enseñárselas a ese tío.-Dijo ella sonriendo.
12.
Sacó un disco holográfico de un cajón y se lo metió en el bolsillo.
Salieron de la habitación, en el vestíbulo seguía en su sillón el padre de Mark.
-¿Dónde vais?-Preguntó.
-A ver al consejo.-Dijo ella.
-Os acompañaré...me aseguraré de que no hagáis estupideces. Sé que vais a enseñarle lo que Mark encontró ayer.
Los dos amigos salieron de la casa, acompañados del padre de Mark.
-¿Dónde está el edificio del consejo? Mi padre nunca me ha llevado.-Inquirió Katia.
-Sabe lo que le conviene-Dijo el padre de Mark mientras caminaban- No le culpes, son unos desgraciados. Abusan de todo y no se puede decir nada contra ellos, porque son el poder...
así de claro.
(en serio, es un poquito infumable)
Menos mal que el verano es muy......largo.
Capítulo 1: Fantasmas del futuro
Fantasmas del Futuro
Escrito por José javier Sánchez García.
Introducción- Parte I
Muerte sobre Jerusalén
Jerusalén, Palestina- Año 2147 d.c.
-Demonios- Maldijo Jorge cambiando de cargador.
Jorge y Aristide, estaban cubiertos tras una pila de escombros.
-Informe de situación- Dijo Aristide casi gritando, hablando a través de un intercomunicador.
Jorge, estaba esperando con cautela y el arma desenfundada en alto. Quitó el seguro con lentitud, casi con placer y siguió esperando cubierto.
-¿Qué hacemos aquí, Aristide?- Inquirió él gritando.
Aristide no le hizo caso. Se trataba de un hombre de mediana edad y etnia caucásica.
Unos cuarenta y cinco años, pelo café muy corto y ojos de un profundo color azul. Su cara redondeada estaba surcada de arrugas, tensas por el shock del momento.
Vestía un traje de raya diplomática, o más bien unos pantalones. Se había remangado las mangas de la camisa. Se acercó el intercomunicador a los oídos para escuchar mejor por encima del estruendo general.
Jorge, su amigo y guardaespaldas, no podía hacer sino sonreír para no llorar.
Era un hombre de treinta y muchos, con la cabeza afeitada y gafas de sol. Era más alto que Aristide, y mucho más corpulento. Al igual que su amigo, vestía unos pantalones diplomáticos.
Había tirado la chaqueta, revelando la funda de su arma de fuego.
Jorge cerró los ojos.
Sentía cerca de él los silbidos de las balas, el martilleo rápido y continuo de las armas automáticas.
El sonido de las bombas cayendo cerca de ellos dos y los gritos de los soldados enemigos que se acercaban.
-Dios...-susurró Aristide con el rostro ligeramente compungido.
-¿Qué ocurre, amigo?-Inquirió Jorge asomándose para disparar.
-Dios nos ha abandonado aquí, amigo mío.
-¿Te abandonan?-Preguntó Jorge sorprendido-¿En este infierno?¿A tí?
Aristide, era ni mas ni menos, que la máxima autoridad política.
1.
Aristide Stressman era el presidente electo de consejo de gobierno de las naciones unidas.
Avanzando el siglo XXI, la Onu había adquirido mayor importancia, pasando a ser de un simple organismo para mejorar las relaciones, al órgano de gobierno mundial.
Los dos amigos estaban en la ciudad de Jerusalén.
Por motivos políticos, los dos amigos había tenido que viajar a la ciudad palestina.
Estando allí, les sorprendió un ataque de Buretia.
La unión de repúblicas de Buretia, un conjunto de territorios que estaban en contra de unirse a la Onu, para convertirse en una mera provincia más, y habían iniciado una cruenta guerra sin avisar. Solamente habían permitido una breve tregua. Los territorios de Buretia abarcaba las zonas de Albania, Macedonia, Grecia, Bulgaria, Turquía, Siria y Jordania.
Desde su creación, cincuenta años antes, habían hecho todo lo posible por perpetuar la guerra, declarando claramente su postura a la Onu.
Un conflicto largo, cruel y egoísta que se había cobrado millones de víctimas inocentes.
Y su líder Krasow, no hacía sino acentuar al conflicto.
A pesar del secretismo diplomático, las tropas buretianas habían aparecido dirigidas por el mismísimo líder.
El primer ataque había llegado acompañado de un misil, pero aún así los dos amigos habían salido ilesos.
-¿Y bien, Aristide?-Preguntó Jorge.
-Los cascos azules están invadiendo Buretia por el norte. Están evacuando a todos los civiles, he autorizado por radio la puesta en marcha del “Hominis” y han empezado a llevar a toda la gente posible a los macrobúnkeres de Asia central.
-¿No eran solo para casos desesperados?-inquirió Jorge mientras disparaba el arma-¿Tan feo te parece el tema?
La bala salió disparada y perforó la cabeza de un soldado que estaba a cincuenta metros de distancia.
Jorge había oído a la perfección el sonido de la bala al perforar el cuerpo.
-El maletín que tienes al lado, amigo-pidió Jorge- Pasámelo, con cuidado.
Aristide manipuló la caja metálica de Jorge y se la entregó. Se estremeció un poco cuando su amigo le tendió su arma.
-Apunta a la cabeza-Le dijo simplemente.
Al principio vaciló ligeramente, pero asintió. Jorge se agachó y se concentró en el maletín.
Lo abrió cuidadosamente, revelando un arma.
2.
Una sonrisa asomó por su cara en un instante fugaz.
Aristide no conseguía disparar bien, nunca había conseguido disparar un arma y no estaba acostumbrado.
El brazo se le desequilibraba con el peso, a duras penas conseguía apuntar y el retroceso del revólver era atroz.
Abrió el arma con torpeza para meter un cargador de seis balas en el tambor y retiró el seguro.
-No lo conseguiremos, Jorge.-Dijo Aristide
-¿Y eso?-Preguntó su compañero inquieto.
-Van a desplegar un arma táctica de clase Zeus. Los cascos azules van a soltar una bomba de antimateria de difusión rápida, que lo freirá todo en un radio de ochenta kilómetros.
-¿Te han pedido la confirmación al solicitar la información por radio?
-Eso me temo, Jorge. Después usarán el “Perseus”, para devastar el sur de Buretia.
Jorge pegó un grito ahogado. Se recostó y se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano.
Su reacción estaba justificada.
El “Perseus” era un satélite militar, el arma más devastadora de la humanidad.
Había sido creada en la tregua por científicos unidos de Buretia y de la Onu. Una ironía que los seres humanos se dediquen a la guerra en tiempos de paz.
Pero el miedo que ambos bandos tenían a ese arma era tal, que había el satélite había pasado diez años orbitando en torno a la Tierra sin ser utilizado ni una sola vez.
Eso solo podía significar que estaban hartos.
-Sabes igual que yo-Dijo Aristide mientras disparaba-mientras que a Buretia apenas le ha afectado,
nosotros hemos salido muy mal parado.
Aristide estaba muy nervioso, al igual que Jorge...lo notaba.
Notaba las gotas del sudor resbalándole por la punta de la nariz, y surcándole la espalda lentamente.
El fuerte y penetrante olor a pólvora que desprendía la metralla.
El sonido que provocaban las pesadas botas de los soldados de Buretia, que se acercaban con aire marcial. Sentía la concentración de su amigo, que estaba cubierto a su lado montando un arma muy compleja, el débil repiqueteo de la llovizna, que se colaba por los edificios en ruinas y empapaba el campo de batalla.
El viento. Su aullido frío, silencioso y desgarrador era capaz de helarle hasta el tuétano.
3.
Se cubrió, y puso otro cargador de seis balas en el temblor del arma.
-Se acercan más, Jorge-Dijo el político con calma.
Jorge había sacado un grueso chaleco antibalas, con placas de kevlar y llevaba una potente arma pesada. Sacó otro chaleco y se lo tendió a su amigo.
A primera vista, se trataba de una ballesta metálica pero mucho más pesada. Solo que no disparaba flechas.
Levantando su arma en un grito, Jorge hizo probar a los soldados los infernales proyectiles de plasma, que hacían más daño que unas simples balas.
Los soldados no se inmutaban, avanzaban de manera impecable sin expresar miedo, dolor, o inseguridad. Parecían mas autómatas que personas.
De todas maneras, lo eran.
Buretia se había rebelado contra el gobierno unido de la Onu mostrando un potencial bélico asombroso.
Habían terminado por crear, nada más y nada menos que...
El ejército perfecto.
Millones de soldados con las mismas características aptas para el combate, y con la inteligencia de un niño de siete años. Los peones perfectos para la lucha, fácilmente manipularles y de fabricar en masa.
Los dos amigos habían terminado por salir de su escondite, e iban a matar.
Aristide se paró un instante a limpiarse el sudor y contempló atónito como pasaba un cazabombardero Dragón por encima de ellos.
Era la hora.
Sintió un dolor penetrante, punzante, y una quemazón intensa.
Una bala le había atravesado la pierna.
Una sonrisa amarga cruzó su rostro.
-¡Óyeme Krasow!¡Se acabó tu guerra!¡Vas a llevártela al infierno!
De nuevo, una bala le alcanzó en el pulmón, y esta ves el dolor fue agónico.
Seguramente era un proyectil perforante recubierto de teflón, y seguramente disparado por un arma de calibre especial para poder romper las placas de Kevlar del chaleco, y hacer como si no existieran.
Sonriendo, se sentó en el suelo encharcado y empezó a toser sangre.
-Espero que los que tomen el relevo después de nosotros tengan un papel mejor.
Dicho esto, vio la bomba.
La bomba Zeus, era grande. Tan grande como un autobús y tan devastadora que lo borraría todo a su paso. Tras impactar contra el suelo, la bomba explotó arrasándolo todo a un radio atroz.
4.
A continuación hubo un increíble fogonazo, que no se apagó hasta bien pasado el incidente.
Jerusalén había sido completamente borrada del mapa.
El “Perseus” se trataba de un aparato que imponía respeto. Orbitaba con cierta serenidad sobre un desolado planeta. La manera más correcta de describirlo sería decir que se parecía a la llanta de la rueda de una bicicleta.
Su radio era tan grande como un campo de fútbol. Y era un arma tan poderosa y complejo, que si no se tenía cuidado podía destrozar el globo sin problemas de ningún tipo.
El satélite apuntó cuidadosamente y se quedó quieto de nuevo.
El increíble aparato había despertado de su letargo, para hacer aquello para lo que había sido creado.
El cañón del láser se estaba cargando poco a poco, y estaba calentándose, preparándose poco a poco para disparar.
Finalmente, el arma disparó un potente rayo láser de un color azulado, y en un instante silencioso destrozó parcialmente la eterna y espesa capa de nubes de contaminación.
Cortó el disparo y volvía a prepararse para disparar varias veces más.
Jerusalén, había sido borrada hasta los cimientos.
La explosión había sido contundente y había golpeado con la misma agresividad que el Mjolnir; el martillo de Thor, dios del trueno.
Sin embargo...
No quedaba huella alguna, el arma había creado un cráter de bastantes kilómetros de perímetro, pero de escasa profundidad.
La luz del sol, se filtró por los agujeros que se habían formado entre las nubes por culpa del potente láser del Perseus.
Al traspasar la luz, las gotas de agua se pudo ver un fugaz arco iris. Sin embargo se desvaneció nada mas cerrarse las nubes.
Un avión aterrizó con cierta elegancia, y empezó a bajar gente de él.
Uno de los ocupantes descendió con cierta ceremonia, se trataba de un militar de alto grado.
Vestía un uniforme bastante ornamentado y una boina azul que llevaba bordado el símbolo de la organización de las naciones unidas.
Tenía las manos cruzadas por detrás de la espalda. Se acercó al lugar del impacto con gesto pausado.
Su gesto, reflejaba cierta dureza. En el cristal opaco de sus gafas de sol, se reflejaba el cráter humeante apagado por la lluvia.
Esbozó una sonrisa amarga y tras limpiarse las gafas de sol con un pañuelo de seda que sacó de su bolsillo. Se dio la vuelta y a un gesto suyo se volvió a meter con rapidez en el avión.
El gobierno de la Onu había ganado la guerra, pero a un alto precio.
5.
Introducción- parte II
''Bienvenidos a la ciudad subterránea”
Macrobúnker de clase I, Asia central. Siglo XXVIII
Katia suspiró, para sus adentros.
Se apartó un mechón de pelo negro de los ojos, y dirigió su mirada de manera automática a su reloj digital integrado en la muñequera de su traje.
Faltaban cinco minutos.
Estaba mirando aborta a la ventana, el cielo azul, y las extrañas formas que adoptaban las nubes. Solo que aquella ventana era un holograma.
Katia sabía que tras esa ilusión había una fría pared de cemento.
Intentó una vez más, prestar un mínimo de atención a la explicación que hacía, varias filas delante de ella, el docente de enseñanza, cargo llamado antes “maestro”.
El docente señalaba sin mucho énfasis una pizarra holográfica en tres dimensiones. Había una figura en ella, pero no era capaz de concentrarse.
El aula era blanca y estaba bien iluminada , por los neones del techo.
Habían varias filas de pupitres blancos, organizados en un perfecto cuadrilátero.
En el centro de este, el docente de enseñanza intentaba explicar su monótona lección.
Muchos de los pupitres estaban ocupados por chicos y chicas, que como ella, estaban aburridos en aquel lugar.
El anciano maestro lo sabía y para fastidiar, no ayudaba a hacer más ameno el periodo de aprendizaje.
Suspiró de nuevo al ver la hora. Quedaban un par de minutos.
El docente había clavado su vista en ella, y la perforaba con la mirada.
De pronto y antes de la hora, el anciano pronunció las palabras que más querían oír en las dos horas que duraba la clase.
-Pueden marcharse.
Katia se levantó del pupitre, y abandonó la sala con los demás en un anormal y silencioso orden.
6.
Capítulo I:Dime con quién andas y te diré quien eres...
Katia se sintió mejor cuando salió del edificio; aunque no podía estar tranquila en pleno corazón de la ciudad subterránea.
Esta ciudad, no era otra cosa, que un colosal macro-búnker subterráneo construido en pleno siglo XXI, tan grande que conformaba una autentica ciudad con varios millones de habitantes.
Nadie recordaba las causas que habían obligado a la raza humana a vivir bajo tierra , aquellos cambios tan brutales que habían modificado completamente la realidad del mundo,
buscar el por qué era la tarea de los custodios de información.
Cualquier persona del siglo XXI (o el XXII), podría haber explicado amablemente , en que consistían conceptos tan dispares como el calentamiento global, que por culpa de una gran negligencia
vino acompañada de varias hermanas suyas de la mano.
Pero no había nadie del siglo XXI, a principio del siglo XXVIII, en los seiscientos años de encierro la sociedad se había reorganizado y funcionaba como un país.
No se sabe con certeza si habían sobrevivido mas personas además de ellos, después de todo , seiscientos años es un periodo de espera largo, quizás demasiado.
La ciudad funcionaba con un sistema a caballo entre una república y una dictadura.
Los ciudadanos debían llevar el exotraje. En realidad era siempre el mismo, un mono de tela
ajustada que disimilaba las formas del cuerpo muy bien, que variaba de color dependiendo de la edad y el sexo.
Los trajes tenían en las muñecas un tejido verde, compuesto de nanocables microscópicos y
fibra óptica, a los que se adherían diversos gadgets tecnológicos.
En ese instante, ella miraba de nuevo el reloj.
Se movía con agilidad por el bullicio de la torre , en una dirección concreta.
Tras unos minutos, llegó al lugar al que quería ir.
El monorraíl.
La ciudad subterránea era muy grande y estaban divididos en varios sectores , separados por amplios tramos de roca maciza.
El complejo estaba dividido por seis sectores. Frente a un sector central donde se situaba la
administración, se situaban de forma circular otros cinco, destinados a población civil.
Había una compleja res de monorraíles que conectaban los seis sectores entre si, y Katia se dispuso a tomarlo.
7.
Ella pasó la muñeca del traje junto al sensor, y se metió en el vagón del monorraíl que iba al sector central.
Contempló el trayecto sin mucho entusiasmo, y se permitió media sonrisa al llegar al andén.
Salió del vehículo y se dirigió a uno de los edificios más altos dentro del perímetro del distrito central.
Un guardia la paró.
Ella dejó de sonreír, y pasó la muñeca por el sensor; revelando que tenía autorización
para estar allí, lo que obligó al guardia a despedirse de ella con un <<usted perdone y disfrute del resto del día, señorita>>
Pero Katia no le contestó, siguió su camino, esta vez más animada. Y así llegó hasta un portal, de un edificio enorme.
Ella, pasó el brazo por el sensor que había en la puerta y esta vez se abrió. Se metió dentro y cerró la puerta.
Había un hombre sentado en una butaca de espaldas a ella. Se dio la vuelta al oír los pasos de Katia, y sonrió ligeramente. No paraba de cojerse con los dedos mechones de cabello entrecano con los dedos, de manera nerviosa y casi hipnótica.
-Katia, Katia, Katia...un placer. Mi hijo está donde siempre.
-¿Cómo es que no estás revisando el disco?-inquirió Katia.
-Descanso de trabajo-Repuso él.
-Voy a ver a Mark ¿Vale?
El hombre sonrió y asintió.
Katia avanzó, hasta llegar a una gran estancia; llena de todo tipo de material informático.
El centro de la sala estaba presidido por un objeto negro, de enormes dimensiones y forma cúbica.
Ella suspiro al verlo otra vez, ese cacharro era gigantesco. Debía tener más de diez metros de alto.
El suelo estaba cubierto de una gran maraña de cables, que interconectaban los ordenadores con el gigantesco dispositivo.
Avanzó por la sala en silencio, y con cuidado de no pisar los cables , esgrimiendo cierta
agilidad adquirida por todas las horas pasadas en la sala junto a su amigo.
Mark estaba examinando con mirada crítica la pantalla de uno de los monitores, mientras se mesaba la barbilla.
8.
Katia le saludó alzando una mano.
Mark se giró ,y la saludó.
-Hola Katia.-Dijo sonriendo.
-¿Algo nuevo?-Inquirió ella.
-¿Acaso la ha habido alguna vez?-Preguntó Mark con un ligero sarcasmo.
Mark era así de irónico. Era el mejor amigo de Katia , así como el hijo del custodio de información.
-Seiscientos años así...-replicó ella.
Mark se giró , se levantó y la miró con un gesto crítico. Señaló el objeto negro y sonrió.
-Esto es un servidor, con una copia de seguridad de los datos de internet, en el momento en que ocurrió el armaggedon.
Son miles de miles de trillones de gigas, Katia. Una cantidad de información tan grande que no puedes ni imaginarla.
En siete generaciones no hemos ni arañado su superficie. Necesitamos gente, pero no nos la concede el consejo.
Katia por supuesto lo sabía. Su amigo se lo había contado muchas veces, pero no le importaba. Mark era un chico alto, de la misma edad que Katia.
Su cara estaba salpicada de pecas, su nariz respingona.
La forma de la mandíbula era ligeramente cuadrada, y todo ello le daba un aire muy vivaz.
Tenía el pelo castaño muy corto, casi ralo.
Sus ojos delataban la inteligencia que emanaba de ellos, en forma de dos cristales azules.
-Un segundo.¿Vale?-Le pidió Mark.-Quiero terminar con esto.
-¿Te queda mucho?-inquirió ella.
-En realidad he terminado, pero voy a hacer un escaneo. Ni te imaginas la cantidad de malicia que había en internet.
-No va a ocurrir nada, Mark.¿Acaso ha pasado algo, alguna vez?-Dijo Ella con un suspiro de resignación.
Finalmente , el cedió. Canceló el programa, y se dispuso a salir del cuarto con ella.
Un pitido los sorprendió cuando iban a girarse, y venía que ordenador que había dejado Mark.
Este se acercó otra vez y examinó la pantalla.
Deslizó sus manos sobre el teclado con aire experto, y se giró hacia ella.
9.
-¿Qué?-Inquirió ella.
Él volvió a examinar la pantalla y tecleó algo más.
La pantalla cambió, se puso negra...mostrando solamente una palabra.
-¿Qué?-Repitió Katia.
-Vete por favor-Pidió con cara de preocupación- tengo trabajo para rato con esto.
-¿Qué es?-Insistió ella.
El la miró a los ojos, con inquietud.
-¿En serio quieres saberlo?-Preguntó él con gesto de incredulidad....
Se calló al ver la mirada inquisitiva de ella.
-Era una transmisión, Katia. Que venía de fuera.
-¿De dónde?-Inquirió ella con entusiasmo.
-Eso intento comprobar ,lo sabré para mañana ¿Vale?...no me odies mucho-pidió él.
-De acuerdo...hasta mañana amigo.-Dijo ella.
Katia salió de la sala, para dejarle trabajar tranquilo. Se despidió en pocas palabras del padre de Mark, a quien sin duda debió de extrañar que ella se fuera tan pronto.
Se dispuso a tomar de nuevo el monorrail.
No se sentía demasiado bien. Buscó un monorrail que la llevara a su sector, y abrió la puerta del tren pasando su muñeca por el lector.
Solamente estaba ella dentro del tren, de manera que tuvo libertad para navegar en su melancolía.
Si hubiera alzado ligeramente el rostro, se hubiera visto a sí misma reflejada en la pared de cristal.
Su pelo azabache, caía en ondas suaves hasta sus hombros, el flequillo a veces le llegaba a
tapar un ojo, debido a su longitud. Pero a pesar de eso, a ella le gustaba llevarlo suelto.
Sus ojos , de un suave color verde, eran dos sobrios pozos de aburrimiento.
La expresión dibujada en sus suaves labios, no era precisamente de alegría. Tampoco de tristeza. Era...indiferencia.
<<Otro día, en la ciudad perfecta- pensó mientras esperaba a que acabara el viaje- demasiado perfecta. ¿Qué sentido tiene esto?¿Es para ayudarnos a sobrevivir, o para ocultar una fachada de dolor?>>
10.
Justo al terminar esa melancólica reflexión, el trayecto acabó. Salió andando a paso ligero del vagón, para entrar a la estación de monorraíles de su sector.
Era una sala no muy grande, que estaba cerrada.
Tenía al final de la sala, varias puertas pequeñas, parecidas a las de un ascensor.
Katia pasó su muñeca por un lector de las puertas y esta se abrió invitándola a pasar.
Ella se metió dentro del transportador.
<<Por favor, pase su identificación por el lector de su transportador, para confirmar la calle>>-dijo una fría voz metálica cuando se metió en el transportador.
Ella lo volvió a hacer, y su dirección apareció en una pequeña pantalla holográfica frente a ella.
<<Desplazándose a la dirección indicada>>
Ella sintió como el transportador bajaba rápidamente, y después cambiaba de dirección.
Primero a la derecha, después a la izquierda, y por último un par de segundos subiendo.
El transportados abrió sus puertas y ella lo abandonó.
<<Que tenga un buen día>>
Katia se encaminó a su casa, que era uno de los pequeños bloques al final de la calle.
Tras abrir la puerta, una vos femenina se oyó por los recovecos de la casa.
-¿Katia?¿Eres tú?
-Sí mamá.
-Un poco temprano,¿ no? Estoy en la cocina.
Katia cerró la puerta, y se dirigió a la cocina, donde su madre estaba removiendo algo en una cacerola.
-Mark estaba ocupado.
-Ese chico se lo toma muy en serio-opinó ella-
-¿Dónde está papá?-inquirió Katia.
-En el sector central, el consejo le tiene tan atareado que solo ha pasado por casa para comer y cambiarse de ropa.
La madre de Katia volvió a lo que estaba removiendo, mientras ella volvía atrás y subía la escalera para ir a su cuarto.
-Menudo día-concluyó ella.
11.
El resto del día se pasó de manera monótona. Al día siguiente le agradeció de nuevo sin palabras , el que terminara su clase un poco antes.
Cuando menos se lo esperaba, ya iba de nuevo en el monorraíl para ver a Mark.
Su padre la recibió con un gesto de sorpresa.
-No sé que ocurrió, Katia...pero Mark ni siquiera ha dormido.
Katia, sorprendida, corrió a ver a su amigo a la sala en la que se encontraba él.
Le encontró mirando una pantalla con sorpresa.
-¿Qué era ,Mark?-Le preguntó ella sentándose a su lado.
Este se giró y se levantó. La miró con un gesto entre el cansancio , el asombro, y la paciencia.
-No sé como...alguien, ha podido hacerse temporalmente con el control de un satélite.
Ha pirateado el cortafuegos de seguridad del complejo, y pudo enviar un mensaje al único ordenador viejo y desprotegido....frente al que estoy.
La palabra...que apareció en la pantalla, era “Hell”
-¿Hell?-Inquirió ella.
-Significa infierno. Es una palabra de un idioma llamado inglés, muy utilizado hace setecientos años, antes de la implantación del idioma universal.
-Eso significa que se puede sobrevivir fuera ¿no? Que hay gente fuera.
-Lo que me parece más curioso....es que saben que estamos aquí, Katia.
Si no, no pueden haber mandado el mensaje. Pero sé a donde quieres llegar.
-¿Por qué?¿Por que seiscientos años aquí?-inquirió ella.
-Eso no lo puedo responder yo-Dijo Mark cansado , encogiéndose de hombros.
-Tenemos que hacer algo-decidió ella.
-El consejo no lo aprobará. Nunca mandan, el que tiene el poder es el director del consejo, y hace las asambleas como tapadera.
-¿A qué esperamos?-Inquirió ella-por lo menos podemos probar.
Mark sonrió y asintió.
-Eres muy impulsiva. Aquí tengo un disco con las pruebas necesarias.
-Vamos a enseñárselas a ese tío.-Dijo ella sonriendo.
12.
Sacó un disco holográfico de un cajón y se lo metió en el bolsillo.
Salieron de la habitación, en el vestíbulo seguía en su sillón el padre de Mark.
-¿Dónde vais?-Preguntó.
-A ver al consejo.-Dijo ella.
-Os acompañaré...me aseguraré de que no hagáis estupideces. Sé que vais a enseñarle lo que Mark encontró ayer.
Los dos amigos salieron de la casa, acompañados del padre de Mark.
-¿Dónde está el edificio del consejo? Mi padre nunca me ha llevado.-Inquirió Katia.
-Sabe lo que le conviene-Dijo el padre de Mark mientras caminaban- No le culpes, son unos desgraciados. Abusan de todo y no se puede decir nada contra ellos, porque son el poder...
así de claro.