Yena
18/01/2008, 19:33
Esto es un escrito hecho por mi hará cosa de un año...
Que os parece?
Me gustaría tener vuestra opinión ^^
Simplemente
Toda mi vida fui fuerte... O eso parecía... Aunque me pisotearan una y otra vez... Siempre, siempre, luchaba e intenté no llorar nunca delante de ellos...
¡Qué borde que es!, frases como éstas me definían. ¿No entendían que lo único que tenía era miedo al dolor? Por eso esa carcasa de ser fuerte, de no dejarse pisotear, de ser “borde”. La gente no se solía acercar mucho a mí. Las primeras impresiones influyen mucho: “ésa, qué va, déjala, si es una borde”. ¿Yo? ¿Borde? No entendían que sólo era un acto de autoprotección? Como cuando te quemas, y el cuerpo aparta la mano para que no te hagas daño...
Sola... Ese era a veces mi sentimiento, desde pequeña... “Bueno, mejor sola que mal acompañada, ¿no?”, me repetí muchas veces, aunque, la verdad, no me sirvió de mucho, ese deseo tentador de compañía me volvía vulnerable... Me volvía dominable, una presa fácil, aunque, eso sí, fuerte. Contradictoria, fácil pero fuerte. Podían aprovecharse pero nunca me mostraría llorando ante ellos...
Ahora con unas, ahora con otras... nunca tuve estabilidad en eso. Pero era fuerte, podía soportar el rechazo y siempre encontraba alguien que me “compensaba”, o eso creo... Aunque, ese deseo de encontrar a alguien que me comprendiera, que me diera cariño, me volvía una persona pesada y obsesiva y hacía que la gente se cansara de mí. Me volvía dependiente, lo sé, aunque no lo pareciera, aunque pensaran que no lo necesitaba, yo quería más atención...
“El segundo principio de la termodinámica afirma que toda la forma de energía, fluye de donde hay más a donde hay menos hasta llegar al punto de equilibrio”, eso era yo, una energía que iba de un lado para otro, buscando mi equilibrio, hasta que lo encontré, o eso creía.
Dicen que las amigas de verdad no existen, pero yo creo que sí, o al menos algo aproximado. Pase de ser una chica fuerte y “borde” a ser una chica más...humana, pero tan sólo con quien me conocía bien. Aún tenía que mostrarme así, tenía miedo de que me hicieran daño...
-¡Es una borde!
-No digas eso, no la conoces.
-No hace falta, con la cara que tiene... Mata con la mirada...
-No es así, de verdad.
¿Qué mas daba lo que pensaran? Era feliz, tenía estabilidad, nada me importaba. Pero no bastaba. Poco a poco, te vas dando cuenta de que no debes sólo tener a una persona. Es normal tener a alguien en quien confiar más, pero... la gente necesita relacionarse... y no siempre es fácil sabiendo lo que piensan de ti. ¿Por qué me juzgan si no me conocen? Eso sólo hacía que me encerrara más en mi carcasa... Debo ser fuerte...
Paso el tiempo... Crecí un poco, “madure” un poco... Comencé a mostrarme más “humana”, aun así, seguía teniendo mi carcasa de protección. Si venían de buenas, bien, me mostraba como era, pero si venían de malas...
Era yo, sin influencias. Eso si, aún, a primera vista “borde”.
Cada vez tenía más estabilidad: buenas amigas, compañeras y compañeros, ilusiones, objetivos... No me faltaba de nada. Cada vez me mostraba más como yo era, es decir, mostraba mi parte más humana. Tan humana me mostré... que me quité la carcasa ante la persona equivocada. Me mostré como era, pensando que esa persona me daría lo que yo siempre había querido: cariño y comprensión. Pero no, jugó conmigo y tuve que volver a ponerme mi carcasa, aunque ya no estaba como antes. Poco a poco, se había ido consumiendo, cada vez era menos resistente. ¿Por cuanto más podría aguantar? ¿Podría aguantar otro golpe duro como éste? Quién sabe... De momento era mejor no arriesgarse.
“Amiga mía, la vida continúa”, me solía decir para mis adentros. No todo acaba aquí, no?
La vida continuaba, pero era diferente. Ya no era lo mismo. Una parte de mí había sido lastimada. Era como el juego de los barquitos, una vez has tocado parte del barquito era más fácil hundirlo. “Tocado y hundido”, llegaría algún día ese momento? De momento tenía mi carcasa, mi protección, mi fuerza.
Todo me iba bien. La gente parecía que ya no me veía tan “borde” y que hacía el intento de conocerme. Cada vez, tenía más “amigos y amigas” y gente que se interesaba por mí y se preocupaba. Parecía que ese “tocado” me había vuelto más débil, pero también más humana. Todo parecía perfecto, pero cada vez me sentía más vacía. ¿Por qué? ¿Por qué me sentía así si todo iba bien? Algo fallaba... En mi corazón había un hueco... ¿Era ese hueco el que se llevaba mis ilusiones? ¿Era ese hueco el que me hacía sentir vacía? No lo sé, las personas somos tan complejas... Lo único que sé es que aún tenía mi carcasa, mi fuerza, mi protección.
Pequeñas ilusiones me mantenían, todo parecía estar bien, pero por dentro me consumía poco a poco... mi carcasa se iba debilitando. Necesitaba una ilusión más fuerte que me mantuviese.
Algo llegó de repente, una gran ilusión. ¿Podría ésta ilusión llenar el hueco? Valía la pena intentarlo y arriesgarse? No lo sé.
Poco a poco, todo lo que me rodeaba se volvió en torno a esa ilusión. Todo dependía de ella. “Obsesiva, dependiente...”, tal vez me comportaba así, pero la gente necesita ilusión para vivir, no la iba a dejar escapar a la primera, aún tenia fuerza.
Negro, todo lo veía negro a mi alrededor. Como había llegado aquí? Por qué teniendo tanto me sentía tan vacía? Ilusión, eso es lo que me hacía falta, y como comprendí con las amigas, no solo podía depender de esa ilusión.
“Yo de nuevo”, me decía a mí misma. Había conseguido salir de la oscuridad yo sola, pero aún estaba cerca del pozo que me había retenido. Tenía que alejarme.
Esa gran ilusión me ayudó. Sí, la había conseguido, y parecía que esta vez iba a ser la buena. Todo pasó de ser negro a estar en una nube, feliz. Ese hueco se estaba llenando y ya no se tragaba mis ilusiones. Ya no hacía falta ponerme la carcasa, sólo tenía que limitarme a ser yo.
El tiempo pasa, las cosas cambian... ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? De nuevo, todo negro. Me confié y caí de nuevo. Me volví a aferrar tanto a una sola persona que volví a caer en el pozo. ¿Por qué? ¿Por qué de nuevo aquí? No lo sé, todo es tan confuso...
Mi carcasa, mi protección, mi fuerza... se consumió. Todo tiene un límite. Yo pasé el límite. Ya no tengo fuerza, ya no quiero luchar, sólo quiero dormir. Me consumí.
Que os parece?
Me gustaría tener vuestra opinión ^^
Simplemente
Toda mi vida fui fuerte... O eso parecía... Aunque me pisotearan una y otra vez... Siempre, siempre, luchaba e intenté no llorar nunca delante de ellos...
¡Qué borde que es!, frases como éstas me definían. ¿No entendían que lo único que tenía era miedo al dolor? Por eso esa carcasa de ser fuerte, de no dejarse pisotear, de ser “borde”. La gente no se solía acercar mucho a mí. Las primeras impresiones influyen mucho: “ésa, qué va, déjala, si es una borde”. ¿Yo? ¿Borde? No entendían que sólo era un acto de autoprotección? Como cuando te quemas, y el cuerpo aparta la mano para que no te hagas daño...
Sola... Ese era a veces mi sentimiento, desde pequeña... “Bueno, mejor sola que mal acompañada, ¿no?”, me repetí muchas veces, aunque, la verdad, no me sirvió de mucho, ese deseo tentador de compañía me volvía vulnerable... Me volvía dominable, una presa fácil, aunque, eso sí, fuerte. Contradictoria, fácil pero fuerte. Podían aprovecharse pero nunca me mostraría llorando ante ellos...
Ahora con unas, ahora con otras... nunca tuve estabilidad en eso. Pero era fuerte, podía soportar el rechazo y siempre encontraba alguien que me “compensaba”, o eso creo... Aunque, ese deseo de encontrar a alguien que me comprendiera, que me diera cariño, me volvía una persona pesada y obsesiva y hacía que la gente se cansara de mí. Me volvía dependiente, lo sé, aunque no lo pareciera, aunque pensaran que no lo necesitaba, yo quería más atención...
“El segundo principio de la termodinámica afirma que toda la forma de energía, fluye de donde hay más a donde hay menos hasta llegar al punto de equilibrio”, eso era yo, una energía que iba de un lado para otro, buscando mi equilibrio, hasta que lo encontré, o eso creía.
Dicen que las amigas de verdad no existen, pero yo creo que sí, o al menos algo aproximado. Pase de ser una chica fuerte y “borde” a ser una chica más...humana, pero tan sólo con quien me conocía bien. Aún tenía que mostrarme así, tenía miedo de que me hicieran daño...
-¡Es una borde!
-No digas eso, no la conoces.
-No hace falta, con la cara que tiene... Mata con la mirada...
-No es así, de verdad.
¿Qué mas daba lo que pensaran? Era feliz, tenía estabilidad, nada me importaba. Pero no bastaba. Poco a poco, te vas dando cuenta de que no debes sólo tener a una persona. Es normal tener a alguien en quien confiar más, pero... la gente necesita relacionarse... y no siempre es fácil sabiendo lo que piensan de ti. ¿Por qué me juzgan si no me conocen? Eso sólo hacía que me encerrara más en mi carcasa... Debo ser fuerte...
Paso el tiempo... Crecí un poco, “madure” un poco... Comencé a mostrarme más “humana”, aun así, seguía teniendo mi carcasa de protección. Si venían de buenas, bien, me mostraba como era, pero si venían de malas...
Era yo, sin influencias. Eso si, aún, a primera vista “borde”.
Cada vez tenía más estabilidad: buenas amigas, compañeras y compañeros, ilusiones, objetivos... No me faltaba de nada. Cada vez me mostraba más como yo era, es decir, mostraba mi parte más humana. Tan humana me mostré... que me quité la carcasa ante la persona equivocada. Me mostré como era, pensando que esa persona me daría lo que yo siempre había querido: cariño y comprensión. Pero no, jugó conmigo y tuve que volver a ponerme mi carcasa, aunque ya no estaba como antes. Poco a poco, se había ido consumiendo, cada vez era menos resistente. ¿Por cuanto más podría aguantar? ¿Podría aguantar otro golpe duro como éste? Quién sabe... De momento era mejor no arriesgarse.
“Amiga mía, la vida continúa”, me solía decir para mis adentros. No todo acaba aquí, no?
La vida continuaba, pero era diferente. Ya no era lo mismo. Una parte de mí había sido lastimada. Era como el juego de los barquitos, una vez has tocado parte del barquito era más fácil hundirlo. “Tocado y hundido”, llegaría algún día ese momento? De momento tenía mi carcasa, mi protección, mi fuerza.
Todo me iba bien. La gente parecía que ya no me veía tan “borde” y que hacía el intento de conocerme. Cada vez, tenía más “amigos y amigas” y gente que se interesaba por mí y se preocupaba. Parecía que ese “tocado” me había vuelto más débil, pero también más humana. Todo parecía perfecto, pero cada vez me sentía más vacía. ¿Por qué? ¿Por qué me sentía así si todo iba bien? Algo fallaba... En mi corazón había un hueco... ¿Era ese hueco el que se llevaba mis ilusiones? ¿Era ese hueco el que me hacía sentir vacía? No lo sé, las personas somos tan complejas... Lo único que sé es que aún tenía mi carcasa, mi fuerza, mi protección.
Pequeñas ilusiones me mantenían, todo parecía estar bien, pero por dentro me consumía poco a poco... mi carcasa se iba debilitando. Necesitaba una ilusión más fuerte que me mantuviese.
Algo llegó de repente, una gran ilusión. ¿Podría ésta ilusión llenar el hueco? Valía la pena intentarlo y arriesgarse? No lo sé.
Poco a poco, todo lo que me rodeaba se volvió en torno a esa ilusión. Todo dependía de ella. “Obsesiva, dependiente...”, tal vez me comportaba así, pero la gente necesita ilusión para vivir, no la iba a dejar escapar a la primera, aún tenia fuerza.
Negro, todo lo veía negro a mi alrededor. Como había llegado aquí? Por qué teniendo tanto me sentía tan vacía? Ilusión, eso es lo que me hacía falta, y como comprendí con las amigas, no solo podía depender de esa ilusión.
“Yo de nuevo”, me decía a mí misma. Había conseguido salir de la oscuridad yo sola, pero aún estaba cerca del pozo que me había retenido. Tenía que alejarme.
Esa gran ilusión me ayudó. Sí, la había conseguido, y parecía que esta vez iba a ser la buena. Todo pasó de ser negro a estar en una nube, feliz. Ese hueco se estaba llenando y ya no se tragaba mis ilusiones. Ya no hacía falta ponerme la carcasa, sólo tenía que limitarme a ser yo.
El tiempo pasa, las cosas cambian... ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? De nuevo, todo negro. Me confié y caí de nuevo. Me volví a aferrar tanto a una sola persona que volví a caer en el pozo. ¿Por qué? ¿Por qué de nuevo aquí? No lo sé, todo es tan confuso...
Mi carcasa, mi protección, mi fuerza... se consumió. Todo tiene un límite. Yo pasé el límite. Ya no tengo fuerza, ya no quiero luchar, sólo quiero dormir. Me consumí.